martes, 29 de noviembre de 2016

Olvidarte no puedo

¿Qué daría yo por acariciarte de nuevo? ¿Qué daría por detener el tiempo alrededor de tu cuello? ¿Qué daría por volar mientras duermo y entre sueños entregarte mi cuerpo? ¿Qué daría por leer tus pensamientos?
Porque si tú a mí ya no me piensas, ni me extrañas, ni me amas...
¿Para qué me sirvieron tus besos?
Quizás fuera la magia del momento la que precipitó mi boca a la tuya provocando en mí un gran incendio.

Olvidarte no puedo.

He usado dicha magia para arrancar las mariposas que tristes me arañan por dentro,
las he encapsulados para botarlas bien lejos,
pero soy tonta si pretendo que no reboten y encontrarlas de nuevo...
Irradian tanta luz como el amor que aún te profeso. 

Nos conocimos a destiempo

Volvería a encontrarme contigo en cientos de andenes,
de esos que el tiempo parece detenerse del todo,
queriendo dejarnos más tiempo los dedos entrelazados, las lágrimas en los ojos.

Volvería a abrazarte bien fuerte antes de que te fueras,
separando tu corazón del mío en un viaje de vaivenes.

Llenaría tu maleta de besos lentos, te quieros y lo sientos, bienvenidas y desvelos, horas exprimidas en terremotos de deseo.
De miradas, caricias, anhelo... Hoy me siento frente al mar, bajo nuestro mismo cielo.
Voy a volver loco al recuerdo hablándole de tí y de cómo te siento,
de las interminables madrugadas de octubre descubriéndote entre mis dedos.

Cometimos el delito de conocernos a destiempo. 

Soñar despierta

Parece ser que soy un tanto desastre, pues todo aquel que me da consejos, yo voy y los pierdo.
Pero no hay nada comparado al placer de sentirse prohibido y libre.
Bendito error en el que me quedaría a vivir.
No soy un pájaro entre rejas, los "te quiero" pierden significado si no se sienten, si son para oprimir y enjaularte. Pienso seguir volando, ya me ves, prefiero estar sola que mal aconsejada, si me aceptas tal cual soy... ¿Me acompañas?
Una vida normal es mortalmente aburrida.
Prefiero huir de lo cotidiano y soñar despierta,
escapar de lo bien visto,
ocultar lo prohibido,
saciarme de momentos ajenos,
anhelar instantes que nunca fueron míos, pero en los que te perdí para reencontrarme.

¿Para que lucho sino ansío?
Me temo que el conformismo no es lo mío.
"Vivamos lo correcto, intensifiquemos lo incorrecto".



sábado, 26 de noviembre de 2016

25N No más violencia

Cuentan por ahí a escondidas
que  no saben que le han hecho,
que los huecos de su pecho
siempre sufren sacudidas.
Maltratada y en los huesos,
¿Cuánto más niña,
 
vas a aguantar esto?
En su columna vertebral
ha surgido una escalera
que no consigue llegar al cielo,
y es golpeada contra el suelo
cada vez que se protege
de los golpes de su "dueño".
A sus dos piernas de vértigo
no se las permite ver viento.
Otros ojos las vigilan
cantándolas en un solo,
porque sólo él quiere verlas en silencio.
Encima de la mesa hay besos,
y le hace ver que él es perfecto,
pero le vuelve a arañar la pierna
tan solo porque está riendo.
Él es cárcel y adicción
y  ella sólo un pasatiempo.
No sabe que está sufriendo.
No piensa que es una esclava,
una chica con encanto,
que por culpa de otro hombre
es víctima del maltrato.

“Quédate con quien te borre el carmín a besos
y  no el rímel con desprecio”.


#25Nnomasviolencia
#notecalles #violenciadegenero

jueves, 24 de noviembre de 2016

En deuda contigo

Tengo deudas contigo...

Besos de buenos días, de esos que se escapan porque el reloj aprieta aún más que el sueño.
Una cena sin prisas, sentados uno junto al otro, solos, sin mirar a nadie más. 
Un poco de caos al llegar a casa, y una película, con palomitas, bajo una manta.
Hablando de manías. 
Descorchando las cosquillas. 
Te debo disculpas por cosas que haré o diré en los días que no haga más que discutir.
El cadáver de ese maldito mosquito que no te deja dormir.
Y para dormir, te debo tantas caricias, besos y cuentos...

Luego hay deudas mas grandes. Las importantes.


Estoy en deuda todavía para hacerte ver como mis ojos te ven. 
Te lo debo todo... ¡Prometido!
Pero de todas, absolutamente todas, la única importante. La más importante al final, es que te debo mis mejores y mis peores momentos. Te debo mis rutinas. Te debo mis miedos, mi fortaleza, mis alegrías y mis penas. Eso es lo único importante, deberte mi tiempo, mi tiempo futuro, para saldar el tiempo que no estemos juntos. 

Tesoros entre páginas

Don Gabriel tenía una librería especializada en libros antiguos a la vuelta de la esquina. Era de ladrillo carmesí con una fachada pintada de azul marino.

A Don Gabriel le gustaba contar las historias más dispares de los vecinos con los que convivía a través del escaparate de su local atestado de historia.
Yo me pasaba horas ahí dentro...

Me acostumbré a buscar tesoros entre las páginas y encontraba auténticas maravillas, mundos enteros por explorar. 

Un día demasiado frío como para pasear por la calle, después de hurgar entre libros de poesía y cuentos clásicos, me topé con uno especial. Tenía la cubierta ajada, páginas desgastadas por ávidos lectores, sin ningún apunte y el aspecto elegante de una gran obra.
Me lo acerqué para olerlo mientras habría la primera página. La nada con olor a tinta invisible saturó mi olfato por un segundo.


Pasaron por mi mente miles de historias completas perdidas en escritorios, novelas que se quedaron a medias en libretas casi vacías y archivos olvidados por sus creadores. 
Pude ver, nítidamente, todas las aventuras y desventuras de principio del Siglo XX, todos los personajes llenos de vida, con su propia historia, compleja, vibrante, esperando para salir al mundo. 
Esos caracteres abandonados al olvido invadieron mi mente en una ráfaga poderosa. 
Bastaron tres segundos para volver a la realidad. Alcé la vista, Don Gabriel me miraba fijamente desde el fondo de la tienda, sonriendo... 

El Adiós no existe

¿Existe el Adiós para la gente especial?
Gente que llega y te demuestra que el corazón crece con los años, que se ensancha a medida que lo llenas de amor. 
Será que existen hilos rojos que nos unen por siempre a pesar de las circunstancias, será como el dicho de "Dios los cría y ellos se juntan", será... pero personas que me acompañan a diario por un ratito luego han de echar a volar.
 
La primera vez que tuve que despedirme lloré mucho, madre mía... pero con los años duele más.
Qué dolor se siente al alejarte de la complicidad del día a día.
 
Pero toca sonreír a todo pulmón...
El tiempo me ha enseñado que los kilómetros son excusas y que el tiempo, con según que personas, no pasa.

Y lo genial de todo esto es que cuanto más te sucede, más familia tienes por el mundo y más pequeño y reconfortante se vuelve todo. 
Así que a todos mis peregrinos y amigos en la distancia, dónde esté yo, tenéis un hogar.
Que el Adiós no existe... un “Chauuu, hasta pronto” mola más.
¡¡Aquí te espero!!

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Esa

Esa, que sin estar cerca te recomienda la corteza del árbol cuando te pica la espalda y tus manos no llegan. 
Esa que te envuelve en un abrazo y te regala el sol cuando hay tormenta.
La que se engancha a la locura de querer medir cosas desmedidas cuando te pregunto si me querrás siempre y si es para siempre, cómo seremos después de tanto tiempo. 
Esa, que busca tu mano, que corre a tu lado, que abre tus puertas, que acaricia tu ausencia, que sueña contigo, que te hace reír, que habla de tí. Esa, que vale la pena.

Esa, que llora por no poder hacerlo siempre que quiera, que a pesar de todo no puede darte lo que más necesitas, cuando más lo deseas.

Esa, que espera tus ganas cuando retrocedes a otras manos que abiertas, en varias ocasiones, dejaron que te fueras.
Me rasgaría la piel para envolverte en ella. Lo hubiese hecho aunque ahora digas, haberlo hecho. 
Y me pregunto, si lo hubiese hecho... ¿Te hubieses dejado atar al borde de mi cuerpo asumiendo una rutina?
¿Atar a todo lo que tengo por debajo de esta cicatriz que no has cosido tras marcharte?
¿Esa que ya no ves?

Esa, que hace que no me olvide que es mejor querer que ser querida y no poder corresponder. 

Me sonreíste en Febrero...

El día que me sonreíste era febrero y chispeaba, pero el sol se hizo en tus labios. 
Quizás recuerdes aquel beso con prisa ansiosa, mis manos temblando y mis oídos sordos ante unas palabras que brotaban de mi boca nerviosa. 
Y tú mirándome, incapaz de articular apenas dos frases porque yo las acaparaba todas.El perfume de las flores húmedas impregnaba los jardines mojados por la lluvia y, en los cristales del portal se dibuja el abrazo de dos siluetas. 

Recuerdo repasar mentalmente cada pliegue de tu frente, como buscando una cavidad dónde esconderme de las miradas y el frío. También recuerdo notarme las yemas de los dedos calientes, templadas y luego frías al soltarte por unos minutos, mientras vomitaba pensamientos sin sentido que tú escuchabas con la mayor seriedad de la que eras capaz, aguardando...Más tarde entendí que esa sonrisa teñida de lluvia formaba parte de un puzzle cuyas piezas empezaron a encajar a un ritmo vertiginoso, creando un mapa de recuerdos agridulces. Pero ese día no. Ese día sólo creía en la divinidad del tiempo que pasa deprisa junto a tí, en la constelación escondida en tu espalda y en como me pedías miradas cogiendo mi cara, mientras me decías que sí, que tú también... 

Me enamoré de un pájaro...

Me enamoré de un pájaro que escuchaba pop español y fumaba cigarrillos en dos minutos. Tenía sus propias manías, como la de tomar café aguado nada más despertar.
En fin, quién iba a decir que un pájaro toma café o fuma, ¿verdad? Tan raro como que todos los caminos llevan a Badajoz y no a Roma. 

Tuvimos un bonito romance, duró lo que dura un beso largo escondidos bajo soportales o unas horas peleando con la tela que a menudo sobra. Fue una primavera en la playa y un verano en una ciudad vacía.
No hubieron palabras de adiós pero sí sal en los ojos y cuellos brillando con gotas retenidas.
Me dejó su olor en mil detalles y un pañuelo donde llorar canciones.
Me enseñó a volar distancias, a esperar, a añorar... Hasta el próximo beso cargado de ilusiones. 

Dulce delirio

Dicen, que lo malo del suicidio, es que si nos gusta, no podemos repetirlo.
Sin embargo, yo he perdido la cuenta de las veces que me he lanzado sin paracaídas al abismo de tus labios,
y me siento más viva que nunca al declararme desaparecida en el microcosmos de constelaciones que dibujo en las pecas de tu espalda.


Y lo mejor de todo, no es tener la certeza de poder repetirlo, sino que vienes en busca de mis dedos para regalarnos instantes de trepidante y dulce delirio.