El día que deje de
hablar,
haré que todos los hombres que dijeron
quererme
y los que de verdad me quisieron,
se reúnan en ese puente de Praga
donde tantas veces soñé
“El momento perfecto”.
Encuentro digno de cualquier película romántica,
donde la mujer es siempre la buscada
por débil y quebradiza.
Querida, escuchada, atendida.
Haré que se
reúnan allí todos los hombres
que me miraron a los ojos
y de los que no pude creerme
ni un sólo parpadeo.
Quiero que estén aquellos que olvidaron mi nombre
antes de tiempo,
y los que no se atrevieron siquiera a
pronunciarlo.
Aquellos que sólo me vieron desnuda,
y aquellos que se atrevieron
a echar dentro un vistazo.
El tío de la cena y el cine,
el de la copa y concierto,
el del café y su regazo.
Que vengan a mí por turnos,
de uno a uno,
y que cuando los tenga delante,
no haya voz que salga de mis entrañas.
Y que por primera vez sean ellos
quienes digan
la primera, la del medio y la última palabra.
Que me cuenten,
sin miedo a batallas contra mi defensiva,
por qué yo fui su "tú tampoco".
Que mis muslos
ardiendo
se conviertan en cera líquida,
y mis lágrimas de impotencia
en un diluvio.
Que no pueda articular palabra ni ejecutar
movimiento
y me
funda, muy poco a poco,
con el frío de aquel río
en el que iba a navegar mi soledad,
a bordo de un barco insumergible.
El día que mi garganta se seque,
y mis labios sean papel de lija,
cuando las mandíbulas dejen de separarse
y creen una cárcel de esmalte blanqueado sin una
palabra,
ni un monosílabo siquiera...
viviré tal calvario.
Dejaré por fin de hablar:
afirmar, responder, negar y cuestionar,
todas aquellas heridas que dejé sin coser por no
escuchar.
Y oiré los sermones de los entierros de todas y
cada una de ellas,
de las bocas de quienes los provocaron.
Oficiarán las
misas los que creí culpables,
con sus listas de porqués,
y sus buenas intenciones.
Y yo, allí inmovilizada,
no seré capaz de hablar.
Sólo podré escuchar.
Y por fin
seré libre.
Libre de tanta incertidumbre,
que por miedo al naufragio,
silencié anclada.
Miedo, el que un día tuve, a ser yo la culpable,
y sin querer ser responsable,
¡Atacar! sin quedarme callada.…