lunes, 26 de junio de 2017

Tu vecina

Hola... Quería decirte que vivo en tu mismo mundo, justo un piso más abajo, y que escucho cuando cambias los muebles de lugar los lunes antes de salir, y los vuelves a acomodar el viernes antes de dormir.


Vivo también en ese silencio que corta todo el ruido que entra de afuera y no te pertenece, no nos pertenece. Hablo sola, no siempre, sólo de vez en cuando, sobre todo cuando pienso en lo que tú puedas estar pensando.


Soy una mujer de bien, eso piensan de mí cuando alguien cuenta que estoy sola a pesar de sonreír. Que canto también cuando estoy sola y de tan sola que estoy, empecé a querer dejar de estarlo.


Me gusta el matiz de tus pasos cuando combinan con mi quietud. Tus llaves al abrir la puerta con mis ganas de que estés aquí. Y el sonido de la ducha cuando imagino lo que estarías haciendo si me dejaras subir.



Me gusta el olor de tu comida cuando tengo hambre y quiero olerte. La misma canción que siempre pones los sábados cuando no tienes a donde ir, y yo siempre estoy aquí. Aquí... 

Soy yo, la vecina de abajo y te quiero decir, que me gustaría que bajes la guardia y me dejes subir. 

miércoles, 14 de junio de 2017

Se va dibujando una historia

Un conjunto de letras aderezando una composición, 
poesía, frases, relatos...
qué se yo.

Renglones paralelos que dibujan un horizonte, 
delimitan fronteras que de vez en cuando, 

se rompen.

Embiste tras embiste, 
en ágiles caligrafías.
Se va dibujando una historia, 
la vida propia danzando en el lienzo, 

siluetas que intensifican, 
se excitan al tacto 
y pronto todo es un juego.



Química que estimula sentidos, 
magnetismo al clímax que se asoma a la vuelta de cada línea. 
La mano satisfecha que descansa en ese punto y en cursiva.

Cerrando otro capítulo, 
una sesión, 
el pasado de una vida.
Apenas un momento de adrenalina para tolerar una rutina,
con la sensibilidad a flor de piel, como el buen sexo y el querer. 


¿Pedir perdón por expresar sentimientos justificados? 
Sí, si adoptamos esa actitud políticamente correcta cuando no estamos desgarrando la piel con tinta, 
son largos esos ratos de extrema cordura que enloquecen mis misivas.

Toca sumar. 
Vueltas al sol, 
besos bajo la luna, 
risas sin control, 
hojas escritas.
Fotografías, 
canciones, 
constelaciones en la piel 
e insaciables sensaciones.
Una historia nueva por contar
y mi mejor argumento:
tu nombre. 

Algo

A veces
florece la imaginación,
crecen los miedos,
nace el amor.
Nos hacemos grandes
o fallecemos en el intento,
aprendemos,
valoramos el tiempo
y el espacio.
Algunas veces lo anhelamos.
Respiramos siempre,
creemos y creamos,
lamentamos lo perdido,
celebramos lo ganado.
Cayéndonos,
levantándonos.
Vamos siempre tras algo,
una obsesión,
un capricho,
un tormento.
Algo que nos haga sentir vivos,
completos,
llenos.

Tú eres todo eso, ese algo.
Ese alguien, ese todo
que quiero, deseo, anhelo.
Antídoto y veneno.
Quien me mantiene viva 
sin querer echar el freno.
No esperes que te olvide
y no olvides que te espero. 

lunes, 5 de junio de 2017

No voy a permitir ni un minuto más que te quedes sentada, 

terriblemente embobada
sin sentirte capaz de levantarte, 
pararte, mirarte y salir.

No.

No te voy a permitir ni un segundo más
que te quedes con la palabra en la boca, 
el estómago cerrado y las ganas atrapadas,
atrapadas de nuevo y una vez más 
por eso que te inquieta, 
que te duele y te deja quieta.

No.

Hoy no vas a estar con la cabeza en remojo, 
como una bolsita de té un lunes,
las ideas atadas,
los brazos cruzados
y los sueños rotos.

No.



Hoy vas a salir corriendo y te vas a ir lejos, 
tan lejos que no vas a encontrar de nuevo el camino para volver,
volver a todo esto.

A todo esto que te desnuda y te deja así,
sin más ganas de mariposas,
sin consecuencias graciosas,
sin los riesgos de caminar descalza y a oscuras.

Sin los músculos relajados después de forzarlos,
sin la transpiración de las manos cerradas, 
sin la sed cuando tienes agua.

Sin las cosquillas del sol que atraviesa tu ventana, 
sin la catarata de palabras en una hoja que deja de estar en blanco, 
sin el ruido de las teclas cuando eres música,
como un latido rítmico, que te transporta, te llena, te alegra.

Sin un billete de ida y otro de vuelta a cualquier otro lado, 
sin el alivio después de tomar aliento, 
sin esa sensación de por lo menos...
Haberte levantado.


¿Cuánto hace que no sueñas después de dormir?