Libertad es el mote que le puse al sol una mañana que amanecí a tu sombra, el segundo nombre de una canción rebelde. Libertad es el cabalgar de tus besos, que primero van al paso y luego trotan, o los retazos de notas en tu pelo.
Es el apodo que le puse a tus ojos, no azules, pero sí inmensos como el mar y las lágrimas de rabia de quien lucha contra el mal. Libertad es como llamé a la muerte, a esa dependencia latente, qué solo a tí te pertenece, pero que a mí me llena de vida...
Guau, que potente y bello poema, Estefanía. Me encanta. Principio y fin redondos, sin fisuras. ¡Enhorabuena!
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