Dulce escape de corazas. Ha sido un bonito descosido, quizá un error cometido, detrás de sus lunares, escondido. Su miedo, desconocido deseo. Su alegría, en tiempos de lamento. Ahora rehuye los rosales porque recuerda las espinas mucho mejor que los amores. Las canciones no han vuelto a reír desde que arraigan los concurridos silencios en una partitura vacía.
Él, deslumbrante yace entre las notas de un piano, y no hay pausa en su descanso. Ella, susurran las malas lenguas que anoche murió de pena, pero la he visto durmiendo, soñando locuras, bajo su larga melena.
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