martes, 2 de enero de 2018

Si me quieres invierno, tendrás mi mejor verano.

Ojalá me quieras invierno, con escarcha en las manos y nieve en los pulmones.  Y si me quieres fría, aguanieve y sal, descubras que en mi casa nunca falta la leña, el fuego y los abrazos que son hogar.

Porque hay veces que sabes quién eres hasta que te disparan, y entonces, mi reloj se quiebra.

Corazón de arena, que con ira me diluyo, estallando en dos minutos.

Vendaval enjaulado en unas costillas demasiado pequeñas para contenerlo.

Tormenta de pena que arrasa y duele, como cada uno de mis huesos.

Sabes quién eres hasta que te soplan, y yo, me he ido con los granos de tierra a formar una muralla donde chocan tus palabras.

Huele a lluvia en un otoño a treinta y cuatro grados que suda histeria y, desata, los puntos de sutura de una vida valiente e inconsciente.

Disparo verdades que te duelen en el alma, para odiarme aún más si cabe y poner a prueba si es cierto, que aún así, me amas.

Huracán en los tobillos, monzones en la espina dorsal.

Una madre natura enfurecida que me sube a la cabeza y arrasa las flores blancas de una paz que no llega.

Tener big banes dentro y explotarlos en las palmas de las manos, donde me clavo las uñas para no crear desgarros.
Sabemos quiénes somos, hasta que nos arrasamos por dentro y nos decimos lo contrario.

Si sobrevives y me quieres invierno… tendrás mi mejor verano.

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