martes, 9 de febrero de 2016

Catedrales de autoestima

Se cansó de aparentar, de callar, de acatar..., del imposible de tratar de gustar a todo el mundo.
Se dio cuenta de que a pesar de los esfuerzos por agradar y de asumir sus normas establecidas, 
hiciese lo que hiciese, para bien o para mal, sería igualmente criticada, por todos ellos, por todos cuántos no la apreciaban.

No era perfecta y lo sabía, tenía mil y un defectos escondidos, anidando en cada costura del traje a medida que la oprimía. 
Se despojó de toda máscara, se alzó al mundo que la rodeaba, 
se enfrentó a sus miedos y miserias, controlando sus lágrimas mientras temblaba, aguardando sermones y reprimendas, 
se mostró temerosa antes quienes creía que fallaba.

Basílica de Santa María - Alicante


Tanto se postró al mundo decidida que hasta la venda cayó de sus ojos.

Los que criticaban seguían haciéndolo a sus espaldas, 
los que la odiaban ni siquiera se molestaban en hablarla,
pero los que de verdad la querían... Ni siquiera se escandalizaban. 

Vieron su desnudez y no corrieron a taparla, sonrieron y tendieron su mano para ayudarla en la escalada. 


Descubrió mil virtudes encerradas bajo la llave de la inseguridad, empezó a sentirse valorada, a comprender donde encajaba. 
Construyó catedrales de autoestima con cada lección aprendida.
Jamás gustaría a todo el mundo, 
pero se querría así misma. 

2 comentarios:

  1. Sí, señora, así me gusta. Catedrales de autoestima. Hermosa reflexión. ¡Sigue así, Estefanía!

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    1. ¡¡Gracias artista!! Todo un honor para mí que te guste. ¡Un abrazo!

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