miércoles, 27 de abril de 2016

Músico callejero

Trabajas en algo en lo que te aplauden cada tres minutos, en cambio otras, te das cuenta de lo pequeño que eres en la calle, cuando la gente pasa de largo, sin mirar. 
Ejercicio brutal, sobre todo para el ego, ¿Verdad?
Imagino que te marca mucho la soledad que esto supone, y es irónico lo que la nostalgia nos inspira para tocar así de bien en medio de tanta gente...
Te sientes un decorado más en el cual es muy difícil fijarse, tocas en condiciones adversas, gente que no te quiere escuchar, ruidos, sonidos, juegas con tu autoestima, con tu humildad, la gente te mira a veces como si fueses un pordiosero, otras como un artista, de los de verdad, de los que deberían llenar salas de conciertos en vez de mendigar. 

Paseo marítimo de Calpe (Alicante)

Pero tienes algo muy valioso, diferente a los demás, aunque el evadir impuestos no te deje en buen lugar. Vives la vida al límite, igual que un lobo de mar, cada día te regala experiencias y aprendizajes, difíciles de olvidar. 
Perfeccionas esa canción tantas veces rayada por tus cuerdas y nueva para quien te mira tararear. 
Una moneda, una sonrisa, y la vuelves a tocar. 

Te echamos de menos...

Los que le conocían bien decían que era serio, los que menos, campechano y directo. 
Lo cierto es que el alcohol agriaba un carácter que cuando no amenazaba a golpe de cinturón asesinaba con una mirada fría. ¿Quien sospecharía, que tras la sonrisa sonrosada en el bar donde bebía, se escondía un hombre que derrumbado en el pasillo, lloraba en brazos de su hija?
Querido en vida sólo a veces, incomprendido la gran mayoría...
Conmigo cambió, decían que su nieta le devolvió la alegría. Mi abuela no daba crédito cuando al llegar del mercado, le encontraba tirado en el suelo con una cría saltando sobre su espalda, riendo a carcajadas... Disimulando se levantaba, fruncía el ceño pero ya a nadie engañada.

Mercado central de Alicante

Se fue una madrugada, tras una noche de fotos, recuerdos y nostalgias.
Cayó derrumbado en el pasillo que tantas veces le vio tambalearse, pero esta vez por falta de fuerzas, sin aire.
Un corazón enorme escondido en una infranqueable armadura solo corrompida por un cáncer.
Le gustaban los claveles, me gusta adornar con ellos su lecho eterno, y cuando no le visito y los veo, los huelo, le pienso, recuerdo... Su mirada, su guiño cómplice y su amor incondicional de abuelo.

Han pasado más de veinte años y aún te echamos de menos... ❤ 

¡Dime!

Dime que tienes claro lo que sientes, que no negocias ni te vendes. 

Háblame de ese libro que te encanta y no es un best seller, hazlo con tanta pasión que desee tenerlo entre mis bienes. 

Dime que viajas, donde tú imaginación te lleve, que vuelas lejos y pierdes los papeles. 

Dime que el mejor turismo es recorrer la senda de los lunares de mi espalda, que entre mis brazos no necesitas un mañana, que el aquí y ahora nos basta.
Dime que el bienestar se encuentra tras dar, sentir, compartir, valorar... Que a pesar de los palos no tenemos miedo a amar. 

Que posamos la vista en ese horizonte sin miedo a planear.

Muelle Uno de Málaga

No quiero mirarte sin admirarte, no voy a tocarte para luego olvidarte.
Y, aunque pueda que no pueda ser, aunque acabe, aunque nos duela, quiero que el rato contigo merezca, si así fuera, una dulce pena.
Ahora cierra los ojos... ¿Nos soñamos?

Etapas...

Hay etapas en las que te veías con toda la vida por delante. Te hallabas al comienzo de ese camino deslumbrante por el que se desplegaba una interminable alfombra de terciopelo rojo, invitándote a avanzar hacia el mañana. Por aquel entonces creías firmemente que podías comerte el mundo, aspirarlo a bocanadas. Te veías capaz de escapar de tempestades, absorber esa sensación de seguridad y de bienestar que la estabilidad te proporcionaba. Por aquel entonces los confines de tu hogar eran tu horizonte, mientras en tu desbordada imaginación se gestaban sueños de grandeza. Visualizabas todo lo que ibas a conseguir. Comienzas tu andadura por la alfombra roja con paso airoso, desafiante, mirando exultante a tu alrededor y todo te anima a seguir adelante; el sol, benévolo, brilla con fuerza para ti; las frondas de la vegetación que forman un exuberante túnel a tu paso se colorean en tonos de verde. Continúas avanzando y el túnel comienza a curvarse...

La alfombra va adquiriendo un tono de rojo cada vez más desvaído, la vegetación va amarilleando, el sol se oculta intermitentemente y su resplandor disminuye. 

 

Calpe (Alicante)


Y en algún momento que no aciertas a determinar, el sendero se ha transformado en un retorcido laberinto tan lúgubre como un corredor al infierno... ¿Dónde se halla ese sueño que antes percibías con meridiana claridad al final del túnel? Pero continúas avanzando. Te habitúas al intrincado laberinto, a caminar por la oscuridad sin saber hacia dónde te diriges. Tus sueños de grandeza se van diluyendo lentamente tras una cortina brumosa. Pérdida, totalmente pérdida... Sintiendo el vacío... Y entonces llega esa persona, su mirada te regala una nueva perspectiva, su sonrisa te devuelve aquella luz, y su mano te invita a levantarte y a caminar de nuevo, disfrutando de los obstáculos, vislumbrando de nuevo un final del túnel lleno de luz... Te sientes llena de vida, de fuerza, más que nunca, dispuesta a romper barreras y las paredes de cualquier laberinto...Ahora, y para siempre.