Respiraron hondo y echaron a andar en dirección a su escondite. Sólo un par de coches cruzaron por su lado antes de llegar al puente tendido sobre un turbulento río, lleno de barcos guía anclados a las sombras de tiempos mejores.
Pasaron entre las casas humildes y abandonadas de aquella ciudad que un día resplandeció, había poco gente y nadie les prestó atención.
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Puente Alejandro III, París |
Estefanía, me ha gustado y sorprendido tu final. Cuando todo hacía presentir un final trágico de un transcurrir oscuro y misterioso, nos encontramos con la salvación a través del amor. Un abrazo.
ResponderEliminarAllí uno se olvida de todo, ciudad mágica 😋👌👍
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