Descúbreme bajo mi abrigo,
en la habitación a solas,
en el silencio que hay cuando no te miro.
Descúbreme subida en la montaña de todas mis cosas por hacer,
en mis manos temblorosas cuando ya no sé qué hacer.
Descúbreme cuando voy de espaldas, cuando no cruzo la calle,
cuando no me atrevo a nada.
Descúbreme cuando no tengo hambre y tengo mucha sed,
cuando me aburro
y cuando me quiero ir.
Descúbreme los martes,
o esos momentos en los que necesito hacerte sonreír.
Descúbreme mirando que no hay nada,
pensando que hoy puedo todo.
Descúbreme con la piel dolida,
sin el sonido de tu risa.
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Catedral de La Almudena (Madrid) |
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