jueves, 24 de noviembre de 2016
Tesoros entre páginas
Don Gabriel tenía una librería especializada en libros antiguos a
la vuelta de la esquina. Era de ladrillo carmesí con una fachada pintada de
azul marino.
A Don Gabriel le gustaba contar las historias más dispares de los
vecinos con los que convivía a través del escaparate de su local atestado de
historia.
Un día demasiado frío como para pasear por la calle, después de hurgar entre
libros de poesía y cuentos clásicos, me topé con uno especial. Tenía la
cubierta ajada, páginas desgastadas por ávidos lectores, sin ningún apunte y el
aspecto elegante de una gran obra.
Pasaron por mi mente miles de historias completas perdidas en
escritorios, novelas que se quedaron a medias en libretas casi vacías y
archivos olvidados por sus creadores.
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