Se cansó de aparentar, de callar, de acatar..., del imposible de tratar de gustar a todo el mundo.
Se dio cuenta de que a pesar de los esfuerzos por agradar y de asumir sus normas establecidas,
hiciese lo que hiciese, para bien o para mal, sería igualmente criticada, por todos ellos, por todos cuántos no la apreciaban.
No era perfecta y lo sabía, tenía mil y un defectos escondidos, anidando en cada costura del traje a medida que la oprimía.
Se despojó de toda máscara, se alzó al mundo que la rodeaba,
se enfrentó a sus miedos y miserias, controlando sus lágrimas mientras temblaba, aguardando sermones y reprimendas,
se mostró temerosa antes quienes creía que fallaba.
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Basílica de Santa María - Alicante |
Sí, señora, así me gusta. Catedrales de autoestima. Hermosa reflexión. ¡Sigue así, Estefanía!
ResponderEliminar¡¡Gracias artista!! Todo un honor para mí que te guste. ¡Un abrazo!
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